Mérida es un lugar con hermosos y únicos detalles. Para empezar, es una gran ciudad con casas, aroma, sabores y sonido a pueblo, con calles apacibles, bañadas de sol durante el día y brillantes en la noche por la luna. Las calles, llenas de sombras de árboles confidentes que entrelazan sus copas, ramas y hojas, su aroma a verde, a selva, a flores que calman. Al caminar e sus apacibles colonias se puede disfrutar de una sinfónica de viento que ejecuta el vaivén de las hojas, la percusión del crujir de las ramas y el sonido de vainas secas agitadas por el viento, instrumentos que acompañan el estremecedor sonido del silencio.
Mérida parece ser una ciudad de ensueño en un país que despierta todos los días en pesadilla. Mérida es ciudad, es pueblo, es vida, es el lujo del tiempo, es dinámica, en ella se disfruta el presente sin correr al futuro. Vivir en Mérida no es nada parecido, ni cercano, a intentar vivir de alguna forma el famoso "sueño americano". Mérida es el sueño mexicano que se vive despierto.